Capítulo 9 Lágrimas Rojas.-
Imágen sacada de aquí
Mientras Drager se dirigía a destruir el norte, en el Reino del Oeste Cir Arminus y sus cuatro “Señores del Fuego”, iniciaban la búsqueda de todo aquel que podía ser un mago rojo en el reino.
Varios hombres y mujeres fueron bendecidos con el don de la magia roja, entre ellos Havyd, el heraldo del Rey, lastimosamente Cir Tysdral, no tuvo las aptitudes para ser uno, pero esto no causó estragos en tan valiente hombre el era conciente que no siempre se puede ser bueno en todo, tal vez lo suyo no era la magia, pero el tenia otras aptitudes como la diplomacia y el servicio a su pueblo.
Al igual que en el norte, el progreso de los nuevos magos rojos fue increíblemente rápido, pronto todos tenían total dominio del fuego, pero no solo los magos se prepararon sino también el resto de habitantes, debían adquirir poder para enfrentarse a los tremons.
Havyd resulto ser un excepcional mago, aprendió la manipulación del fuego de manera increíble, el único que lo superaba en manejo del fuego era el “Paladín Rojo”, el cual se sentía orgulloso sus alumnos, en especial de Havyd.
La paz y tranquilidad del Reino del Oeste fue bruscamente terminada, al finalizar el plenilunio rojo, llegó al pueblo la noticia de que se había observado al ejército tremon dirigirse hacia el norte, para cuando se supo esto en el Oeste lo más probable era que el Norte estaba en guerra.
Cir Arminus sintió como todo su cuerpo fallaba, presentía, sentía la caída de su Reino, la muerte de sus hermanos, no sabía que hacer, resultaba imposible ir a la ayuda de su pueblo, el viaje era largo, además el plenilunio rojo prácticamente había terminado, entonces todo lo aprendido, todo el poder de los nuevos “Señores del Fuego”, era inútil había desaparecido, no arriesgaría a otras personas para salvar a los suyos, pero podía ofrendar su vida, si lo haría, si con esto conseguía salvaba a los suyos.
En una decisión poco razonada y apresurada, Cir Arminus al abrigo de la noche partía del Reino del Oeste rumbo al Norte en compañía de sus cuatro magos rojos, partía a una muerte evidente, ventajosamente, Cir Tysdral era un hombre sumamente sensible y sabio, podía leer el corazón y la mente de las personas, sabía anticipadamente la decisión que tomaría el “Paladín Rojo”, así que la noche de la salida de este de la ciudad, Cir Tysdral lo esperaba en las afueras con todo el grupo de magos rojos con Havyd a la cabeza, al ver esto Cir Arminus perdió el habla, no podía articular palabra, pero Cir Tysdral sabía exactamente que decir y así lo hizo, hermano, inició, conozco el dolor de tu alma, siento tu dolor como mío y lo menos que puedo hacer es acompañarte en tan noble empresa, si hay que encontrar la muerte la encontraremos juntos, Cir Arminus finalmente habló, agradezco tú ofrecimiento noble rey, lamentablemente tengo que rechazarlo, no arriesgaré mas vidas, la única que estoy dispuesto a perder es la mía, por eso te pido que desistas de tu intento y por favor detén a mis hermanos, si alguien debe morir, ese seré yo.
Un tenso silenció se apodero de todos, Cir Tysdral, no perdió la calma, y continuó, muy bien acataré tus deseos, pero antes te pido me otorgues una última charla, en privado, después de la cual tu tomarás el camino que consideres correcto y en la companía que consideres la adecuada.
Todos los magos rojos quedaron en silencio, no entendían las palabras de Cir Tysdral, como pretendía abandonar al “Paladín Rojo” a su suerte, ninguno acataría la orden de dejar solo a tan noble hombre.
Los dos gobernantes, ingresaron en una pequeña habitación, Cir Tysdral usaría todo su poder de convencimiento para hacer entrar en razón al “Paladín Rojo”, y así lo hizo, no le permitió hablar tan solo le hizo escuchar, habló directo al corazón de Cir Arminus, le hizo ver que si bien es cierto la situación era dolorosa, no debía dejarse llevar del deseo de desquite, era poco lógico enfrentarse al ejército tremon sin un adecuado plan de batalla, además todavía debía mantenerse vivo, le recordó el sacrificio de lady Haznarepse, un sacrificio no solo por él, sino por toda la humanidad, le hizo ver que su pueblo no solo eran los habitantes del norte, no, ahora eran todos los hombres que aun existían en el mundo, todos los humanos que todavía habitaban Ebyam sabían de Cir Arminus, todos confiaban, el mismo pueblo del Oeste, lo había hecho huésped ilustre, era el hombre mas reconocido y amado, como pretendía suicidarse, sin atender los pedidos de salvación y guía de todo Ebyam, él mismo podía morir tranquilo sabiendo que sus amados súbditos quedarían en manos del “Paladín Rojo”, Cir Tysdral habló tan cándida y apasionadamente, que Cir Arminus se desató en llanto, ese hombre le había tocado en lo mas profundo, tal vez no tenía el poder de la magia roja, pero tenía un poder superior, el poder de la sensibilidad.
Los dos gobernantes se abrazaron, Cir Tysdral reconfortaba a su homólogo, como si de un niño se tratase, el icono de la salvación humana, era tan solo un niño en ese instante, que hombre tan maravilloso era el rey del Oeste, le estaba enseñando a Cir Arminus, una magia que le resultaría muy útil en lo que restaba de guerra, la magia de la sensibilidad y la comprensión, no siempre se vencía con fuerza, la mejor forma de vencer era usando el corazón.
Después de largo rato los dos gobernantes salieron, todos los magos rojos estaban expectantes, un reconfortado y renovado Cir Arminus hablo, hermanos, Cir Tysdral, el hombre mas sabio que he tenido el privilegio de conocer me ha hecho ver la verdad, para esta hora todos nuestros conocidos y amados del norte deben estar ya en la presencia de los soles, por ello les pido a todos una oración, no lágrimas, porque ellos deben haber luchado hasta el último instante de sus vidas y seres tan valerosos deben ser admirados por la eternidad, deben ser recordados con orgullo y alegría en el corazón, no con pena. Si partimos ahora seguramente moriremos, debemos recordar que ya no tenemos la gracia del sol rojo, lo que debemos hacer es prepararnos, seguramente los tremons vendrán y nosotros los estaremos esperando, daremos descanso a cada hombre y mujer muerto, venciendo a tan maligno ejército de una vez por todas.
Todos los que escucharon las palabras del “Paladín Rojo” se llenaron de euforia, el mismo Cir Tysdral se admiró del cambio de actitud de Cir Arminus, en realidad ese hombre era el elegido para guiar a la humanidad a la victoria, los soles siempre elegían bien a sus hijos, mientras pensaba esto el rey del Oeste, Cir Arminus agradecía a los soles por haberle permitido conocer a Cir Tysdral, este hombre era admirable, sabía que juntos los dos gobernantes y todos los habitantes del mundo podrían erradicar la amenaza tremon que se cernía sobre Ebyam.
En la bóveda celeste los soles se felicitaban a si mismos, los acontecimientos estaban siguiendo un buen camino, a pesar de lo preocupante de la situación, pues dos hombres importantes se estaban ayudado mutuamente, el cocimiento que estaban compartiendo ayudaría a la humanidad a sobrevivir a la guerra que se estaba librando, por su parte lady Haznarepse, observaba atentamente los acontecimientos, pero una pena le oprimía el corazón, algo no marchaba bien, faltaba algo, alguien, el plan de los soles estaba incompleto, porque tenía esa sensación, mas que sensación, tenia esa certeza, la humanidad de seguir así seria destruida.
Cuanta razón tenia la “Dama de la Vida”, lamentablemente todavía le faltaba sufrir mucho a la humanidad, para darse cuenta cual era la única arma que verdaderamente podría detener el imparable embate tremon.
No hay comentarios:
Publicar un comentario