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Capítulo 26 El Bosque Sombrío
Como consecuencia del hechizo de transportación, el Palacio de Cristal con todos los magos humanos aparecieron en mitad de un bosque, este hecho le parecía muy extraño a Cir Arminus, pues en todo el tiempo de práctica los magos habían aprendido a manejar perfectamente el conjuro, por este motivo él pudo escapar al castillo con Neyra Divath y Piedad de las garras de Drager, fue de las misma manera en la que Rotreb junto a Steuma lograron salvar sus vidas ante el ataque de las hordas tremons, en realidad la transportación era poderosa y muy útil, sin embargo la ejecución del hechizo colectivo les había fallado, no llegaron al destino esperado, habían tenido planeado llegar al en otra hora Reino del Este y al contrarío se encontraban en medio de un bosque desconocido, lo único que esperaba el “Paladín Rojo” era que no se encuentren demasiado lejos del este.
En medio del asombro Cir Arminus organizó a los magos, primero los heridos fueron llevados al palacio para ser atendidos, entre estos se contaban Rotreb, Steuma y Neyra Divath, mientras los heridos y los curanderos se dirigían al interior, pidió que los magos que se encontraban en condiciones explorasen el bosque, tenían que averiguar en que lugar se encontraban exactamente.
Al interior del palacio empezó la labor mas dolorosa después de una guerra, la de curar a los heridos, Cir Arminus se encontraba junto a Neyra Divath, esta se encontraba sumamente herida y debilitada, había perdido mucha sangre a causa de la heridas que le provocó Drager, junto al “Paladín Rojo” también se encontraba Piedad, la sola presencia de ella hacia que los curanderos aumenten su poder, los hechizos de curación eran más efectivos, este particular fue de mucho interés en especial para Cir Arminus, pues pudo comprender la manera en la que realizó la transportación arrebatándole a Drager el cuerpo del “Paladín Blanco”, pronto limpió su mente de todas estas ideas al ver como Neyra Divath recuperaba la conciencia, al ver como se abrían aquellos ojos tan hermosos como la luz del sol blanco, tan claros como las aguas de los lagos cardinales derramó lágrimas de alegría y dolor, de alegría pues su amada se encontraba a salvo, la mujer por la cual entregaría su vida se encontraba reponiéndose, no la había perdido y no la perdería, y de dolor pues veía en el rostro de la mujer que era su razón de vida la huella inaudita del odio y la maldad, una marca que le recordaría siempre la inmensa maldad que albergaban sus enemigos en sus almas, inmediatamente después de abrir los ojos Neyra Divath le sonrió al mismo tiempo que lo abrazaba, y mientras los cuerpos de los paladines se fundían en un abrazo tan inmenso y sincero como el mismo poder de los soles Piedad fue presa del dolor, no podía comprender el motivo por el cual los paladines estuvieron dispuestos a sacrificar su felicidad, sus vidas con tal de salvarla, porque la consideraban tan importante si no podía usar sus poder, con estos pensamientos decidió salir del palacio, necesitaba aclarar su mente.
Después de un momento que se les hizo eterno, lo paladines se decidieron a hablar, Cir Arminus se encontraba sumamente preocupado por el estado de salud de su amada, pero para su total tranquilidad se encontraba muy bien tomando en cuenta las heridas que recibió, Neyra Divath no pudo menos que sentirse afortunada al contar con el amor de tan noble hombre, en medio de su felicidad llegó a su mente Piedad, preguntó por el estado de salud de esta, también para su calma recibió la noticia de que se encontraba ilesa ni un solo rasguño había recibido gracias a su oportuna intervención, este hecho la alegró pues ambos paladines estaban totalmente convencidos de que ella era la clave para obtener la victoria final sobre los hijos de la Luna Negra.
En medio de un mar de ideas Piedad fue internándose en el bosque, no tomaba en cuenta el lugar por el que caminaba simplemente deseaba caminar sin rumbo, quería aclarar sus ideas, caminó por largo tiempo, la noche estaba a punto de llegar, así que decidió regresar, pero para su sorpresa se encontraba perdida y totalmente desorientada, sin más que hacer siguió internándose en el bosque confiando en la dirección de los soles, se encontraba muy agotada por tanto caminar, sentía desfallecer del cansancio hasta que observó una cabaña, se acercó presurosa a esta, al llegar la cabaña estaba muy descuidada, a pesar de esto parecía que alguien la habitaba, decidió llamar a la puerta y nadie respondió, ante la presencia de la noche se arriesgó a ingresar en la rudimentaria construcción al hacerlo no encontró a nadie en su interior, conforme inspeccionó el lugar sus sospechas fueron confirmadas aunque la cabaña estaba descuidada y desordenada, alguien la habitaba daba fe de esto unas cacerolas en medio de una pequeña fogata, al verlas Piedad recordó que no había probado bocado en todo el día y venciendo su recelo se acercó a la fogata para ver el contenido de las ollas, se encontró con un sencillo caldo de vegetales, se dijo a si misma que tomaría un poco y que pagaría su atrevimiento arreglando aquella habitación, sin pensarlo más se sirvió el caldo, degusto el potaje, antes de empezar a arreglar la habitación decidió descansar un poco, se acomodo en el piso junto a la fogata y sin darse cuenta quedó dormida presa del cansancio producido por su larga caminata.
Entrada la noche todos los magos que salieron a explorar regresaban al Palacio de Cristal, ninguno traía buenas nuevas, ninguno había podido averiguar en donde se encontraban exactamente, sin duda se encontraban al este, eso era evidente por el cielo nocturno, pero a que distancia de su destino final, nadie lo sabía, cuando todos se encontraban reunidos, Cir Arminus preguntó si alguien había visto a Piedad, ni uno solo de los magos pudo responder afirmativamente a la pregunta del “Paladín Rojo”, ante la negativa de todos los presentes, este se preocupó, no podía ser que Piedad haya desaparecido, ella el motivo del sacrificio de su amada, tenía que encontrarla a cualquier costo no podía ser que todo el dolor sufrido por Neyra Divath se pierda así sin más ni más, pidió que los magos que se sientan todavía con fuerzas lo acompañen a buscar a Piedad, todos los presentes aceptaron la misión a pesar de que todos se encontraban sumamente agotados, no solo por la exploración, sino también por causa del conjuro de transportación que habían realizado, sin embargo nadie deseaba dejar a su líder sin apoyo, así que nuevamente todos salieron del castillo en búsqueda de Piedad, solo quedaron en su interior los magos que habían sido heridos y que se encontraban recuperándose al igual que unos cuantos curanderos.
El sol blanco se encontraba en la cúspide del cielo nocturno de Ebyam, y la búsqueda de los magos era infructuosa, Piedad no se encontraba por ningún lugar, Cir Arminus estaba empezando a intranquilizarse, no le agradaba la idea de que algo malo le hubiese sucedido a Piedad, evitaba estas malos presentimientos, elevando oraciones a sus creadores el conocía que ellos no permitirían que algo malo le sucediese a Piedad, y recuperando energías con estas oraciones proseguía la búsqueda, la media madrugada estaba entrando cuando un mago blanco se acercó al “Paladín Rojo” con la noticia de que habían encontrado a un hombre que no había venido del sur con ellos, Cir Arminus pidió que lo lleven a él, al llegar a un claro se encontró con una serie de magos que estaban junto a un hombre que se había sentado en el suelo para esperarlo.
Cuando Cir Arminus se acercaba a aquel desconocido, observó como este se levantaba en muestra de respeto, al llegar a su presencia, fue directo al grano y le preguntó si había visto perdida en el bosque a alguna mujer, el desconocido respondió rápidamente, mi lord esta pregunta la estoy escuchando desde que vuestros hombres me encontraron, y volveré a repetir mi repuesta, lamentablemente no he visto a nadie, si lo hubiese hecho se los diría no tengo porque ocultar nada, decepcionado el “Paladín Rojo” le creyó, antes de despedirse de él para seguir con su búsqueda le invitó al Palacio de Cristal, le dijo que sería bienvenido, además le hizo conocer que necesitaría de su ayuda pues era evidente que aquel desconocido sabía en donde se encontraban y si deseaban llegar al Reino del Este debían ser guiados por alguien que conociese la zona, el desconocido rechazó la invitación y se despidió no sin antes asegurarles que si encontraba a alguna mujer se lo haría saber de inmediato.
Amaneció y no se encontraba rastro de Piedad, todos lo magos regresaron al castillo para descansar un poco y comer algo antes de reanudar la búsqueda, entre tanto el extraño llegaba a su cabaña en medio del bosque, no se sorprendió al ver la puerta abierta, seguramente entraron aquellos pensó, al ingresar grande fue su sorpresa al encontrar tendida en el suelo junto a la fogata una mujer dormida, algo sucedió en su interior contrarío a la reacción que el mismo hubiese esperado no se apresuró a despertarla, entendió que ella era la mujer que todos buscaban, pero no se inmuto, quedo fascinado con aquella figura delicada, con la paz que irradiaba al encontrarse dormida y se sorprendió a si mismo tomando asiento cerca de ella, acomodándose para poder contemplarla en total silencio. Un par de horas pasó contemplando la sutil figura de la mujer dormida, no se atrevía ni a respirar fuerte no deseba despertarla, entonces sucedió ante sus ojos esta grácil figura empezó a moverse, asombrado y algo asustado se alejó un poco, provocando que la silla en la que se encontraba cayese al suelo, la mujer al percibir que no encontraba sola se puso ágilmente de pie, pero no se atemorizó, al contrario con un poco de vergüenza saludó a su desconocido anfitrión, disculpadme caballero si he cometido el abuso de ingresar en vuestros aposentos y de haber consumido vuestros alimentos, no deseba causar ningún tipo de incomodidad, os retribuiré de la manera que vos consideréis adecuada, sabed que no estoy sola y si deseáis riquezas tal vez mis acompañantes puedan dárselas, pero preferiría que me pidierais algo que pudiese daros yo misma, por ejemplo podría arreglar vuestra cabaña, ese era mi plan original, al escuchar la voz de aquella mujer el hombre quedo mudo, no podía ordenar sus ideas, tan suave sentía aquella voz, parecía que le estuviesen acariciando el alma, un momento guardó silencio hasta que consiguió hablar, no os preocupéis mi lady, dijo, si deseas retribuirme con algo me encantaría conocer vuestro nombre, un poco sorprendida respondió, Piedad, mi nombre es Piedad amable caballero, nuevamente el extraño sintió una caricia en el alma, Piedad repetía su mente.
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