Hola amigos, largo tiempo que el blog ha estado abandonado, sin embargo volvemos a las andadas.
Y empezaremos hablando de un ya no tan nuevo conocido, Necromunda.
Con esta entrada damos inicio a una serie de entradas con trasfondo, sin mas vamos al grano, que disfruten.
Ambientado en el oscuro y siniestro mundo de Warhammer 40K, Necromunda es un mundo colmena perteneciente al Imperio de la humanidad, ubicado en el Segmentum Solar. Es el mayor productor de municiones de la Guardia Imperial, sus forjas producen rifles láser, escopetas, ametralladoras pesadas y bólteres, entre otras tantas armas. Además el planeta proporciona un numero ingente y frecuente de levas de tropas para la Guardia Imperial, siendo los más notables el 8º Regimiento de Necromunda, conocidos también como las “Arañas de Necromunda”. Necromunda es un quizá, el típico mundos colmena y sus ciudades están plagadas de poderosas bandas de criminales, siendo este último tópico el aspecto que vamos a profundizar y explotar en nuestra exploración de este mundo en particular.
Retrocediendo en la historia imperial, Necromunda fue fundada hace 15.000 años como colonia fabril y minera. Para lograr este propósito fue necesaria una campaña bélica con el fin de liberar este mundo de la anárquica presencia orka, esta campaña militar fue llevada a cabo por la poderosa Legión de los “Puños Imperiales” durante la Gran Cruzada, fruto de esto el planeta y la Legión, así como sus Capítulos sucesores, mantienen una estrecha relación. Desde su fundación y anexión al Imperio de la humanidad, el propósito básico del planeta no ha sufrido cambios, manteniendo su aspecto, y al día de hoy es un mundo plagado de minas, refinerías y plantas de procesamiento. El planeta es una vasta potencia industrial, produciendo miles y miles de diferentes suministros usados en los sistemas planetarios cercanos.
Toda materia prima aprovechable por la humanidad ha sido explotada en este planeta, al igual que en tantos otros, desde las cumbres de las más altas montañas hasta las simas más profundas de los océanos, toda la riqueza de Necromunda ha sido arrancada y puesta al servicio del voraz imperio. Las, otrora majestuosas, cadenas montañosas han sido reducidas a escombros para extraer el mineral que contenían, los ancestrales y ricos océanos han quedado convertidos en pequeñas charcas de lodos tóxicos. Lo que el pasado fueran fértiles planicies han desaparecido para transformase en urbes, donde conviven las grandes casas y donde los gigantescos bloques industriales han reemplazado a las montañas, de una altura igual a las que tiempo atrás fueron arrasadas.
Los gigantescos complejos de torres urbanas reciben el nombre de ciudades colmena, o simplemente colmenas, construidas por el hombre con plastiacero, ceramita y hormigón de rocas se han amontonado durante siglos para proteger a sus habitantes de un ambiente hostil, muy parecidas a los termiteros.
Sin embargo los seres humanos no son termitas, no conviven bien cuando forman enjambres. La necesidad puede forzarlo y durante un corto periodo de tiempo puede darse la falsa ilusión de paz y fraternidad, pero conforme la historia avanza se descubre que las ilusiones, ilusiones son. Así en las ciudades colmena de Necromunda cada minuto del día es un testigo mudo de la brutalidad y la violencia más completa en la cual viven sus habitantes.
Cada colmena de Necromunda posee una población de billones de personas y están poderosamente industrializadas, tan alto es el nivel de producción de estas ciudades que cada es prácticamente un planeta entero o un sistema de colonias compactadas en unos pocos centenares de quilómetros cuadrados de extensión. La estructura entera de cada colmena replica el estatus social de sus habitantes, de manera idéntica a una pirámide. En la punta de esta pirámide está la nobleza, bajo ellos la clase obrera, y bajo estos trabajadores ocupando la amplia base de la pirámide están los desechos de la sociedad, los rechazados.
Es necesario señalar que intentar cruzar las divisiones físicas y sociales de la colmena para empezar una nueva vida en busca de mejorar las condiciones actuales, es virtualmente imposible, pero el descenso es mucho más fácil, aun cuando se trata de una oportunidad menos atractiva.
Las torres individuales reciben el nombre de Agujas o Agujas de ciudad y un grupo cercano de colmenas recibe el nombre de Racimo de colmenas. El espacio intermedio entre colmenas es un páramo desierto cubierto de desechos industriales que cubre el suelo como si de una enferma y pútrida alfombra se tratara y por encima de ella, se extiende una densa y gruesa capa de nubes contaminadas, con este paisaje las altas agujas de las ciudades colmena se elevan sobre la tóxica niebla como si fueran las islas en medio de un viciado mar.
Necromunda es sin duda alguna la materialización del infierno, y aun siendo un mudo oscuro y ruin continua siendo valioso para el Imperio. Actualmente el planeta ha sido despojado de todos sus recursos materiales, y las montañas de basura producida por las generaciones anteriores se han convertido en su nueva riqueza. Necromunda vive de los desperdicios acumulados de su pasado y su gente ha aprendido a consumir, recuperar y reciclar todo lo que encuentra para sobrevivir un día más.
La explosión demográfica ha ido mucho más allá de lo que la capacidad del planeta puede soportar. Como consecuencia de ello sus habitantes dependen totalmente de los alimentos sintéticos y de los que se pueden importar. Cada colmena posee plantas recicladoras que convierten la materia orgánica utilizada en comida sintética. La comida real se importa de planetas agrícolas, pero es un lujo tan caro que solamente los más acaudalados y prestigiosos se pueden permitir adquirirla. Para hacerse una idea algo aproximada de la cantidad de personas que habitan en este mundo, se puede asegurar que en Necromunda viven más personas de las que nunca han vivido en toda la historia de Terra desde el segundo milenio. Tan exorbitante es la población de este planeta que un intento de censo promovido por la hermana Colmena Trazior hace cuatro mil años estimaba su población en un billón de habitantes solamente en los niveles de viviendas superiores y ni remotamente se intentó contabilizar la población total de Necromunda.
La sociedad de Necromunda es razonablemente parecida a la mayoría de Mundos Colmena. Nunca se ha intentado imponer una administración central al grueso de la población ya que, de hecho, tal cosa resultaría imposible en un mundo donde la mayoría de personas nunca han sido registradas por ningún tipo de autoridad. Tal es la situación que la administración planetaria ha evolucionado en un tipo de sistema feudal en que los individuos deben lealtad a otras personas, que a su vez deben lealtad a otras todavía más poderosas en la jerarquía. Estas lealtades se fundamentan sobre una base familiar, y las familias más íntimamente relacionadas se apoyan mutuamente bajo la el dominio del miembro más poderoso del grupo familiar.
Esta forma de feudalismo urbano tiende a autorregularse. Los clanes más débiles buscan la protección de sus vecinos más poderosos cuya base entonces se expande hasta el límite máximo en de su número y recursos. Cuando clanes rivales se encuentran es inevitable y lógico que su poder sea puesto a prueba mediante el combate; la capacidad de un clan para ejercer su poder es la única manera de medir su influencia. Las disputas infinitas entre bandas armadas de los diferentes clanes son una parte fundamental del funcionamiento interno de Necromunda.
Estas luchas intestinas son la base sobre la cual la cual la cultura y sociedad actuales de Necromunda se fundamenta y sobre la cual mantendremos un ojo avizor con el fin de acompañar a los distintos clanes en su lucha eterna por imponerse a sus símiles.
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