lunes, 5 de noviembre de 2012

Rojo y Blanco Capítulo VIII

Capítulo I
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo IV
Capítulo V
Capítulo VI
Capítulo VII

Capítulo 8 La Caída del Norte.-


Los vehículos tremons avanzaban rápidos y seguros a la ciudad roja, solo Drager se encontraba fuera del cuidado de uno de aquellos artefactos, cubierto de su reluciente armadura de antipyro, Drager observaba el avance de sus tropas, calmado, inmutable, a la vez que excitado por que se encontraba luchando, tenia una batalla de astucia eso le gustaba.

Todos los habitantes del pueblo del norte se sorprendieron al ver esas cajas rodantes acercarse rápidamente, pero mantuvieron la calma, debían luchar serenos, tranquilos, con astucia y poder si deseaban sobrevivir al enfrentamiento.

Los magos rojos y los habitantes del pueblo, iniciaron su defensa cuando los vehículos estaba a la distancia adecuada, la lluvia de rocas de fuego dio inicio, los carromatos se detuvieron, y recibieron el impacto de la lluvia de lleno y ante la sorpresa estremecedora de los humanos y la satisfacción de Drager, los vehículos soportaron el embate de la rocas incandescentes como si de tamo se hubiese tratado, ni un solo daño recibieron las maquinas de guerra tremon, los humanos se encontraban frustrados, pero calmados, si los tremons deseaban atacar, saldrían de sus carruajes a luchar cuerpo a cuerpo.

No eran tontos los “Señores del Fuego”, debían guardar su poder, la lluvia de rocas cesó, pero Drager deseba una lucha de cansancio, desde su posición ordenó a las catapultas y a los arqueros iniciar el ataque, a un movimiento de su mano, rocas y flechas llovían sobre la ciudad, los magos y el pueblo haciendo uso de su poder se defendían desesperadamente, aún así no desperdiciaban energía, debían mantenerse en condiciones, el perder fuerza significaba perder la vida.

El acoso tremon era incansable, los soldados parecían poseídos, lanzaban flechas, cargaban y disparaban las lanzadoras a un ritmo y velocidad inauditos, los humanos empezaron a sentir los estragos no podían continuar a ese ritmo, entonces dejaron de defenderse y decidieron ocultarse en los lugares que parecían mas seguros.

Drager no pudo sentirse mas gozoso, al ver como los magos rojos se refugiaban, el personalmente inició el ataque cuerpo a cuerpo, como un espectro se lanzo contra la ciudad del norte, al ver esto todos lo soldados se dispusieron a salir de sus refugios, pero el “Caudillo Oscuro” los detuvo, no deseaba arriesgarse a que uno de los suyos sea herido, sabía que muy probablemente ningún habitante podía ayudar ya a los magos rojos para iniciar la lluvia de rocas incandescentes, pero eso era solo una suposición, además estaba totalmente seguro que los magos todavía podían luchar, y que su arma serían los ríos de fuego, tenia que averiguar personalmente que tan resistente era el antipyro.

El primogénito de la Luna Negra no se equivoco, los habitantes estaban muy exhaustos como para luchar, la única esperanza del Reino del Norte eran los magos rojos, y tal como intuyo Drager la ciudad empezó a escupir fuego, pero esta vez los tremons no se retirarían Drager ya conocía la sensación de derrota y no le agrado, se prometió a si mismo morir en lugar de retirarse, al ver el fuego venir Drager no se detuvo haciendo uso de su potencial físico, camino entre las llamas y para deleite de los suyos y desasosiego de los humanos, nada le ocurrió, la armadura cumplió su objetivo, preservo a su dueño, parecía que los ríos de fuego eran una simple brisa de plenilunio blanco, ante tan imponente ser, el tremon supremo.

Viendo como nada malo ocurría, Drager ordenó a sus guerreros salir de los carromatos y dar muerte a cada humano que habitaba el Reino del Norte. Era un espectáculo lúgubre, los soldados tremons salían de sus vehículos y corrían a la ciudad de los magos rojos como desquiciados, estaban poseídos por el deseo de sangre, querían sentir la vida de los humanos extinguirse entre sus manos. Toda esperanza termino, pero los magos rojos morirían luchando ni uno solo retrocedió, se mantenían firmes en la defensa de su ciudad, el ejército tremon ingreso en la ciudad como un río de caudal embravecido arrasando todo a su paso, los magos murieron sin tener oportunidad de ponerles un solo dedo a sus enemigos, nuevamente la lucha fue demasiado desigual, cada tremon podía acabar con tres, hasta cuatro magos de un solo golpe, tanta sangre derramada, sangre humana, el pueblo fue reducido a escombros, un manto rojo cubría sus hermosas calles, los tremons hicieron un festín con la carne de los magos rojos, y se embriagaron con su sangre, cuanta demencia, cuanta maldad, cuanta audacia poseían los tremons, en especial Drager el “Caudillo Oscuro”.

La lucha cuerpo a cuerpo duro muy poco, nada pudieron hacer lo magos rojos para salvarse, Drager buscó incansablemente, por todo sitio mientras cegaba las vidas de lo habitantes del norte, al hombre de fuego y para su frustración no lo encontró, entonces se regocijó, el humano que una vez lo humillo, el que se atrevió a enfrentarse a él y a su poderoso ejército, debía estar ya en compañía de sus dioses, lo no menos patéticos hermanos soles, no había tenido la suficiente fuerza ni para poder resistir el primer encuentro, que débiles criaturas eran los humanos, no tuvo que mancharse las manos en tan insignificante ser, no había duda, los humanos serían erradicados de Ebyam, Drager lo haría ya no había resistencia posible, pero el “Caudillo Oscuro”, no iba a subestimar a sus enemigos, no nuevamente, no esta vez, si en este pueblo aprendieron magia roja, era mas que seguro que en los restante dos reinos humanos también la supieran, sin contar con el hecho de que también existía sol blanco, por lo tanto tenía obligatoriamente que haber magia blanca, y Drager pondría a trabajar toda su inteligencia para no ser tomado por sorpresa por dicha magia, pero no se preocupaba, tenia demasiada confianza en si mismo y en los suyos, nunca mas volvería a ser derrotado.

Como recordatorio de su victoria y trofeo, los tremons se dispusieron a construir su primera ciudad fuera de la montaña perpetua, su segundo bastión en Ebyam, desde ahí llenarían el mundo con su presencia, Drager deseaba una ciudad magnifica, mucho mas hermosa que el hasta entonces Reino del Norte, se había enamorado de esas tierras, porque, en esas tierras, el creció como ser, mejoró, se supero a si mismo, abrió su mente, se convirtió verdaderamente en un líder, en un general, en el “Caudillo Oscuro”, en el predilecto de la Luna Negra y no solo por haber sido su primogénito, sino por derecho adquirido en guerra.

Drager se sentía hinchado de alegría y satisfacción, los suyos lo amaban, lo admiraban, que grandioso ser era el líder de los tremons. Esta particularidad era lo mas temible de los tremons, pues seguían a su líder porque le amaban y respetaban, no le temían sabían que el jamás, les fallaría mucho menos hacerles daño, que extraña combinación eran los tremons, la maldad encarnada en seres supremamente leales, que malignamente inteligente era la Luna Negra, creo unos hijos magníficos y únicos.

El Reino del Norte sucumbió ante los tremons, el mismo momento que terminó el plenilunio rojo y empezó su homologo blanco, lo que demostraba, que los valerosos magos rojos no tenían posibilidad de victoria, pues sus poderes de anulaban con la luz blanca, nuevamente los soles fracasaban en su intento de ayudar a la humanidad, que terrible destino, la humanidad estaba desapareciendo y sus creadores aun no encontraban la manera de darles un arma que funcione contra la astucia y fortaleza tremon. Acaso la magia no podría imponerse, acaso la humanidad debía desaparecer por no poder explotar su potencial, no solo mágico, sino su astucia e inteligencia.

El inicio del plenilunio blanco marco un fuerte golpe para el Sol Rojo, este lloro como nunca a sus hijos, los “Señores del Fuego” había perdido a los primeros humanos que manipularon su esencia, el fuego, le dolía cada gota de sangre derramada, sentía como si el mismo hubiese sido desangrado, tanto dolor albergaba el Sol Rojo, que decido esconderse, para que su hermano no lo viera llorar.

Al mismo tiempo el Sol Rojo se reconfortaba al saber que el “Paladín Rojo”, estaba vivo y el sería una pieza clave en la conservación de la vida de la humanidad, se felicitaba a si mismo por haber elegido tan bien a su paladín, no había podido elegir mejor, Cir Arminus era todo lo que el Sol Rojo esperaba que fuese, ahora llegaba el turno de su hermano, debía entrar en escena el “Paladín Blanco”.

La “Dama de la Vida” observaba turbada el rumbo de la guerra, lloró con el Sol Rojo la perdida de los magos rojos, pero a la vez lo confortó, ahora entendía perfectamente porque debía salvar a Cir Arminus, porque lo hizo, lo que aún no comprendía lady Haznarepse, era que hacía junto a los soles en el trono celestial, pero lo sabría, en un futuro cercano entendería que ella era también una parte esencial para la salvación de la humanidad.

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